Orígenes documentados o atributos |
"Con la conquista de las islas a finales del siglo XV por parte de los colonos galaico portugueses y los africanos que llegan como esclavos para trabajar en los ingenios azucareros, entre otras actividades, comienzan a mezclarse las prácticas curanderiles de los aborígenes y las creencias médico-populares de los conquistadores y esclavos africanos, apareciendo en las islas: las brujas, los curanderos, saludadores y santiguadores, y con ellos, los rezados y ensalmos (Pérez Vidal, 1985). Llegan además tradiciones culturales tales como la morisca en las que tienen un papel destacado las adivinadoras y los sabios en bebedizos para males de amor". (Bienes y Kohl, 2016:66). Uniéndose a esto, aportes y elementos de la medicina popular de América (con la colonización y la migración) enriquecieron esta amalgama de creencias y prácticas ya presentes en el territorio insular.
"La medicina popular canaria tiene un fuerte componente mágico simbólico y físico empírico, por lo que es necesario distinguir las causas de la “enfermedad” o estado que se quiera tratar o sanar [...] cuando una persona (o animal) cae enferma se recurre al santiguador, quien tras un reconocimiento previo donde determina la enfermedad o mal que se padece, administra el santiguado y/o tratamiento físico-empírico correspondiente. El santiguado es el elemento principal en muchos rituales de curación (mágico-simbólicos y mágico-empíricos), implicando rezos con connotaciones religiosas (la señal de la cruz), con los que se intenta expulsar la causa del mal, transferir la enfermedad a un determinado elemento o lugar para conseguir que no se transmita a quien está expulsando el maleficio, y ser destruido por el fuego, símbolo de purificación” (Mateo, 1997). Además, se emplean diferentes técnicas y objetos o ungüentos, dependiendo de la enfermedad o mal a tratar [...]el proceso o ritual de sanación dependerá de si la enfermedad o mal que se padece es producto de causas mágico simbólicas (poder de la vista o de bienquerer en el “mal de ojo”), físico-empíricas y/o mágico-empíricas (sol en la cabeza, susto/padrejón), y de si el/la santiguador/a al/la que se acude conoce los remedios o debe acudirse a otro. (Bienes y Kohl, 2016:70).
Los santiguadores o santiguadoras durante los procesos o rituales de sanación recitan para sí diferentes rezos con connotaciones religiosas referentes a la religión católica (Padre Nuestro, Ave María, Credo, señal de la cruz, intercesión de diferentes Santos Católicos).
"El santiguador, por ejemplo, cura el mal aislándolo con la punta de los dedos, trazando un círculo alrededor de la parte enferma, al tiempo que murmuran un rezado apropiado e intercalando, en él signos de la cruz sobre la zona dañada. (Casariego y Rodríguez, 1998:17-18)
"Las creencias populares, y como tal cabe calificar al curanderismo, forman parte de la tradición oral transmitidas de padres a hijos y de generación en generación, desarrollándose paulatinamente una confianza en los remedios naturales a partir de la estrecha relación existente entre el hombre y la tierra que lo vio nacer." (Casariego y Rodríguez, 1998:14)
Las santiguadoras adquieren, aprenden o heredan sus conocimientos de alguien de su familia (generalmente una mujer) o de una persona muy allegada que le confía todo su saber (rezados, gestos, elementos, etc.), una vez que no se siente capacitada para seguir ejerciendo como santiguadora, dado que todos estos conocimientos son secretos y no todo el mundo puede acceder a ellos, ni aplicarlos. Eran abundantes las personas con conocimientos de curandería, yerbas, o santiguados y, por tanto, hacían las veces de medios y administraban los remedios pertinentes a cada enfermedad, dolencia o mal.
"Desde tiempo inmemorial existe cierto sincretismo que mezcla las manifestaciones tradiciones cristianas y paganas. La supuesta presencia de ciertas personas con capacidad para transmitir el mal a través de la fuerza de la vista, especialmente a los niños que se conoce como “maldiojo” (mal de ojo) que se puede transmitir de forma voluntaria o involuntaria y que se manifiesta en los niños con un lloro constante. Hay personas con predisposición para hacer desaparecer el maldiojo a través de santiguados que son especie de oraciones, todo determinado por ciertas creencias. Generalmente estas prácticas han sido llevadas a cabo por mujeres de cierta edad (solían recibir algún estipendio en dinero o especies), aunque se conocen casos de hombres. También a los animales domésticos se les podía “echar el maldiojo” y como prevención para que esto no sucediera se les ponía un “trapito encarnado” en el cuello, de manera especial en las cabras. Esta transmisión del mal en grado superior se la conocía como “maloficio” (maleficio) y era, según la creencia” altamente peligrosa para el que lo recibía. Se empleaban diferentes fórmulas con objetos cotidianos para transmitir el maloficio. Estas creencias se han transmitido hasta la actualidad y hay muchas mujeres relativamente jóvenes en Ingenio y Carrizal que santiguan. Hasta hace poco tiempo se conoció en la zona de Cumbre la tradición de “la mimbre” para curar a los niños herniados que consistía en que un hombre llamado Juan y una mujer, María, pasaban el niño herniado por el interior de una rama de mimbre previamente cortada longitudinalmente, mientras recitaban un rezado en el que uno se dirigía a la otra; al final se ataba la rama cortada y se suponía que si volvía a pegarse el niño curaría" Entrevista a Rafael Sánchez Valerón, Cronista Oficial de la Villa de Ingenio. Entrevista realizada el 17 de agosto del 2022.
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