Francisco Sánchez, ceramista del municipio de Ingenio, comenta que "la alfarería se vincula con el alfarero". El alfarero es la persona que trabaja en un alfar, lugar en el que se llevan a cabo los procesos tradicionales de la cerámica. El término ceramista encierra o vincula un conocimiento más amplio sobre los minerales que componen la propia arcilla y los esmaltes. No funciona como antiguamente, que el aprendizaje era de manera oral o directamente en el trabajo, con la figura del aprendiz, donde había un maestro y la persona iba asumiendo poco a poco los conocimientos".
En el municipio de Ingenio, este saber artesanal se fue gestando gracias a un grupo de personas, entre ellos el señor Francisco Sánchez, quienes desarrollaron esta labor, compartiendo sus conocimientos, yendo a centros o lugares de alfarería para aprender con alfareros y alfareras tradicionales. La loza que llegaba al municipio de Ingenio era de Santa Brígida, ya que las actividades artesanales del municipio estaban más relacionadas con la labranza, el tejido y los calados y no se practicaba la alfarería. Sin embargo, en los últimos 40 años hubo aproximadamente 7 talleres de cerámica, tanto tradicional como contemporánea. En la actualidad existen pocos talleres.
En el barranco de Guayadeque se han hallado piezas prehispánicas que socialmente dieron la importancia de este lugar.
Las arcillas e ingredientes para la labor alfarera o ceramista son sílice y alúmina. La arena de sílice se utiliza como ingrediente clave en diversas composiciones de arcilla y esmalte. Su capacidad para resistir altas temperaturas y su papel en promover un calentamiento uniforme la hacen esencial para producir piezas cerámicas duraderas y estéticamente agradables. La lámina es el óxido de aluminio. Junto con la sílice, es el componente más importante en la constitución de las arcillas y los esmaltes, confiriéndoles resistencia y aumentando su temperatura de maduración. La arcilla debe ser plástica para poder ser trabajada. Es necesario diferenciar, por ejemplo, el barro; es cuando está en estado natural, barro o arcilla también se le puede denominar, y cuando se habla de pasta cerámica, se trata de un barro preparado y se ha mezclado con otros ingredientes para facilitar la labor y, según el tiempo de trabajo que se vaya a hacer, se usa. Este tipo pertenece al grupo de las terracotas. El barro canario pertenece al grupo de las terracotas.
El procedimiento de la alfarería tradicional es el siguiente:
Preparación de la materia prima: Recogida del barro en la veta, la arena en el fondo del barranco y el almagre. Majado, cernido y mojado en los goros, concavidades excavadas en el suelo de las cuevas. Posteriormente mezcla de arenas y el amasado. Esta mezcla se prepara en grandes cantidades, por lo que el artesano, en vez de amasar con las manos, lo hace con los pies, utilizando el peso del cuerpo, pisando la combinación.
Construcción o levantamiento: Primero se forma el fondo y sobre este se superponen cilindros de pasta para hacer las paredes; esta técnica se denomina urdido. Mediante el empleo de piedras, trozos de caña y cucharas viejas, se adelgazan y alargan paredes y, finalmente, se pulen con los bruñidores o piedras de aliñar. Esta fase es esencial, pues en ella se asegura la calidad de impermeabilidad y resistencia de la pieza, así como el efecto estético.
Pintado o almagreado: A la pieza ya levantada y bien preparada se le pueden añadir algunas incisiones (croqueo) y almagrarla. Se puede aplicar el almagre a la totalidad de la pieza o en determinadas zonas.
Guisado: Las piezas ya hechas se colocan al sol durante varios días y se cuecen en un horno de una sola cámara con leña como combustible. Este tipo de cocción requiere unos conocimientos muy amplios sobre el comportamiento del fuego, para llevar a buen término el producto final.
El conocimiento era transmitido de generación en generación. Los tipos de piezas que se elaboraban con la alfarería tradicional y que en algunos lugares siguen elaborándose son:
- Talla: Vasija o recipiente de panza globular, base plana y cuello cilíndrico.
- Bernegales: Recipiente con el borde ligeramente ondulado.
- Jarras: Vasija de barro con cuello y boca anchos y una o más asas.
- Cazuelas: Recipiente no muy profundo, generalmente de dos asas.
-Platos: Recipiente circular con tendencia plana y escasa profundidad.
-Lebrillo: Recipiente con forma de tronco de cono invertido y similar a un plato hondo o una fuente circular, pero de mayor tamaño por lo general.
- Braseros y fogueras: Recipientes cóncavos provistos de tapa con hendiduras.
La cerámica tradicional se identifica como una cerámica funcional y utilitaria.